En el año 2013, me tocó ser parte de una delegación de la Universidad Nacional, presidida por el actual Rector dr Francisco Gonzalez, que viajó a China a establecer relaciones y firmar convenios con Universidades de ese país. En esa tarea viajamos más de 1000 kilómetros en diversos medios de transporte, visitando unas 10 universidades. Fue una sensación muy impactante el dinamismo de la construcción, tanto de obras públicas de transporte, como de inversiones privadas y la sensación de progreso que se respiraba en un país que reducía aceleradamente la pobreza e invertía en políticas de largo plazo en educación. Me recordó el criterio de un amigo, que había viajado anteriormente y que lo sintetizada en una frase: “es como Estados Unidos, pero nuevo”.
En nuestra delegación viajó el Dr. Albino Chacón, entonces decano de la Facultad de Filosofía y letras, quien había dado clases de español en China a finales de la década de los setenta. Producto de esa estadía tenía amigos entrañables en Beijín. Uno de ellos, padre de un connotado pianista que tenía una presentación un importante teatro localizado en la Plaza Tiananmén. Este señor hoy un destacado empresario invitó a toda la delegación a la presentación de un concierto de piano de su hijo que se había destacado en Alemania y posteriormente a una cena el barrio ruso. En la cena donde se hablaba español, y pudimos enterarnos que los éxitos de este joven pianista eran en parte resultado de una política pública para estimular la formación de pianistas en ese país. Se mencionó que la demanda de pianos había elevado los precios de los pianos en todo el mundo y que solo en China más de 3000 personas se preparaban en ese ámbito.
Un dato significativo, esta vez en el ámbito de la ingeniería, me lo tope posteriormente en una publicación donde se contrataba el número de ingenieros en formación en el los Estados Unidos que era de 70.000 con China, que entonces frisaba los 700.000.
Estos datos son de hace 8 años, pero de alguna forma explican como las políticas y las inversiones publicas en educación, han contribuido a que se haya reducido al mínimo la pobreza en ese país y sus avances en el campo tecnológico sean cada vez más destacados en el ámbito mundial.
La educación y la formación de la población es vista en ese país y en gran parte del Asia como un puntal clave para el desarrollo, de ahí que las inversiones públicas prioricen y estimulen su desarrollo.
Contraste con las Américas
América ha sido un continente poblado, además de por los aborígenes, sino por gente de todo el planeta. Desde la conquista, aunque tomó diferentes formas en el continente, la colonización se realizó sobre la base de la servidumbre, la esclavitud e incluso en algunos casos, con el exterminio de la población originaria. El racismo abierto o subyacente, sobrevivió en la práctica institucional y social, a la independencia a pesar de las declaraciones constitucionales de igualdad ciudadana. Este racismo se sustenta en el desigual acceso a los medios de producción, acaparados, en gran medida, por los colonizadores y a las oportunidades educativas y de formación profesional dependientes de los ingresos. De tal manera que en la realidad la pobreza y el atraso de los excluidos opera, dentro de la lógica neoliberal de ganadores y perdedores, como una profecía que se autocumple.
Si bien en el pasado, donde la mano de obra física era lo importante, estas desigualdades de oportunidades podían obviarse mientras se mantuvieran las ganancias de la plantaciones y fábricas. Hoy el desarrollo científico y técnico exigen una mano de obra educada y capacitada en el desempeño moderno y las poblaciones rezagadas en educación ahora no suman sino pesan como fardos retrasando el bienestar y erosionando peligrosamente el tejido social y la estabilidad política.
El pecado original de la colonización y el largo camino de superación.
Cambiar las relaciones sociales de discriminación abiertas o encubiertas en la práctica institucional, no es una tarea sencilla ni de corto plazo especialmente en los regímenes políticos clientelistas latinoamericanos. El sincretismo cultural, sobre todo en el ámbito de la música y el arte, aunque importante es a todas luces insuficiente para integrar saberes y gestar una nueva simbiosis enriquecedora. Esto no se logra con políticas asistenciales que parten del supuesto que los excluidos son perdedores, sino de políticas que reconocen su potencial y abren oportunidades estimulando su educación y organización cívica y empresarial autónoma.
La solución pasa por la organización y la reivindicación política, de los discriminados, pero también de los políticos que ofrecen transformaciones sostenibles y empresarios que demandan capital humano y social.
En este sentido llaman la atención, la exitosa gestión emprendida por los indígenas en Bolivia, calificada de esta manera por el Banco Mundial y las políticas de formación de una nueva clase media en Brasil, México y Uruguay así como en los dos primeros casos de creación de universidades para promover la movilidad social y la formación de nuevo capital humano.
Sin embargo, el camino por recorrer esta plagado de prejuicios y resistencias de las viejas élites entrampadas en una práctica de prepotencia.
Mientras tanto Asia despliega sus alas y vuela, apostando a su población, cada vez más firmemente.
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